Ion Arocena, director general de ASEBIO
¿Cuál es tu visión del momento actual del sector biotecnológico y su importancia en el desarrollo del tejido industrial nacional?
Recientemente, a finales de junio, publicamos el informe Asebio 2020 que reflejaba una fotografía del sector bastante positiva. En primer lugar, el número de empresas del sector ha crecido a lo largo del último año, hasta 790 empresas que tienen la biotecnología como actividad principal, que han generado un importante impacto económico de más de 10.000 M€ en el PIB del país, que supone el 0,8% del mismo, ha crecido su facturación y han contribuido con más de 117.000 empleos a la economía nacional. También hemos observado en el 2020 un importante incremento de la inversión privada, casi un 50% respecto al 2019, lo cual supone un record histórico.
Somos muy optimistas, porque en esa foto hemos observado un claro reconocimiento del valor que la biotecnología ha creado a lo largo de todo este tiempo. Y especialmente, la relevancia que ha tenido nuestro sector en la lucha contra la pandemia que vivimos, que nos ha hecho beneficiarios del reconocimiento social, y también económico por la confianza de los inversores.
Así pues, vamos claramente hacia una economía basada en la biotecnología.
Totalmente. Siempre hemos tenido mucha confianza en ello, pero la emergencia sanitaria lo ha puesto de relieve más que nunca. La biotecnología ha estado totalmente involucrada en buscar soluciones a los retos que nos ha planteado el virus SARS-Cov-2: primero, desarrollando tecnologías de diagnóstico en tiempo récord – en abril, mayo 2020, ya había empresas españolas fabricando test de antígenos, etc. – y después vinieron las vacunas… Ni los expertos del sector podríamos prever la disponibilidad de diferentes vacunas que hemos conseguido en un tiempo tan breve.
Y podríamos hablar también en términos de sostenibilidad. No somos totalmente conscientes del reto que ha supuesto, por ejemplo, mantener la integridad de la cadena alimentaria y garantizar los suministros: producir y suministrar alimentos seguros al conjunto de la población en unas circunstancias críticas que no todos han podido superar. Y todo esto ha sido posible en gran parte debido a la tecnología e innovación de varios sectores, a las que la biotecnología contribuye de forma notable: garantizar la productividad del campo, la sostenibilidad de la producción y la seguridad del suministro, todos elementos esenciales de los cuales la población no puede prescindir.
En términos de innovación y de tecnología, ¿con qué dificultades se encuentra el sector para avanzar en un desarrollo biotech social que parece tan necesario? ¿Cuenta el sector con apoyo público y gubernamental suficiente?
Este es otro tema que ha puesto de relieve la situación que vivimos. Haciendo un análisis comparativo, otros países han tenido un pulmón mayor para poder articular los recursos necesarios para acelerar el desarrollo de sus productos y servicios, como es el caso del desarrollo de la vacuna contra la Covid-19, claramente potenciada en varios países europeos.
Mientras tanto, aquí en España nos ha faltado esa capacidad de respuesta, en gran medida debido principalmente a las dificultades que tenemos para disponer de recursos financieros suficientes, situación que ha hecho que no pudiéramos estar ‘en cabeza’, pese a tener buenos candidatos a vacunas procedentes de la investigación nacional. Pero ni teníamos capacidad industrial, ni grandes compañías desarrolladoras. Y los recursos del Gobierno, habilitados desde el CDTI y el Instituto de Salud Carlos III – que agradecemos profundamente –, no han estado a la altura de lo que otros países han destinado, y nos han dejado en clara desventaja competitiva. Nos esforzamos mucho, pero nos quedamos rezagados.
El informe Asebio 2020 también pone de relieve que la pandemia ha incrementado en torno a un 70% la llegada de productos biotecnológicos al mercado, lo cual demuestra que el sector tiene los cimientos, pero le falta el punch y los recursos para ‘despegar’ en condiciones eficientes y competitivas respecto a los países con los que competimos a escala global.
Siguiendo en esta línea, ¿cómo van a ayudar los fondos Next Generation a las empresas del sector de la biotecnología?
Tenemos grandes expectativas, ya que el sector ha mostrado y demostrado su valor a lo largo de la emergencia sanitaria. Si no conseguimos ahora ese reconocimiento, ¿cuándo va a ser?, cuando el conjunto de la sociedad ha constatado que hemos estado ‘ahí’ en todo momento, trabajando contra la pandemia y proporcionando las soluciones que se han puesto sobre la mesa.
Ahora, necesitamos que ese reconocimiento se vea acompañado del esfuerzo inversor que sirva para impulsar a nuestro sector.
En Asebio creemos que el Plan de recuperación es, sin dudar, una oportunidad única y sin precedentes, más allá incluso del sector de la biotecnología. Y creemos, sobre todo, que es imprescindible reconocer el papel transformador de la I+D+i en un país. Dado que los fondos Next Generation quieren, de algún modo, impulsar la recuperación económica, estableciendo unas bases de crecimiento más robustas y sostenibles, la I+D debe ser un eje principal en ese plan de recuperación. Lo cual implica cambiar la realidad del país, hacer apuestas diferentes y, en algunos casos, las reformas necesarias para solventar las debilidades del ecosistema, que no son solo de insuficiencia financiera, sino que también son estructurales, de cultura, de colaboración público-privada, de formación, etc.
¿Qué se espera, entonces, que aportemos centros universitarios como IQS en este entorno biotecnológico y en el marco de esta transformación?
Lo que venimos observando – y así nos lo trasmiten algunos socios – es que en determinados segmentos del sector cuesta mucho reclutar a profesionales cualificados. Si el plan de recuperación tiene esa vocación transformadora de cambiar las bases productivas del país, la formación debe ser un elemento fundamental del cambio, las personas deben formar parte del mismo – no solo habrá que invertir en infraestructuras, sino también en talento. Por lo que desde Asebio abogamos por esa visión integral en la que las personas sean un componente esencial del plan de recuperación y, por tanto, universidades y centros formativos también.
Nuestra visión es que la colaboración entre Academia y Empresa, desde centros como IQS, es totalmente esencial, porque es evidente que en muchas áreas tenemos un grave problema con esa colaboración, en términos de transferencia… prefiero hablar de Cooperación Tecnológica, porque no se trata de un tema lineal, se trata de trabajar juntos, de hibridar y de cooperar, de forma muy dinámica.
Por tanto, desde este punto de vista, las Universidades deben estar, por supuesto, en el plan de recuperación, con herramientas e instrumentos que consigan todas las colaboraciones para impulsar el cambio que este país necesita.
Este fin de septiembre se celebra una nueva edición de BioSpain, con un formato mixto. ¿Es esta celebración un gran reto en las circunstancias que vivimos? ¿Qué dificultades encuentra? ¿Qué novedades presenta esta edición?
Se tuvo que posponer la edición del 2020 y este año hemos optado por un formato híbrido que nos permita una mayor participación, con el componente presencial y fundamental los días 29 y 30 en Pamplona, más toda la feria y conferencias en formato virtual que dura toda la semana; así como las reuniones de partnering, que se podrán realizar en ambos formatos. Es un evento posicionado como evento de referencia internacional, y esta es una forma de conseguir mantener ese componente internacional, bastante complicado con las restricciones actuales de movilidad.
Lo que esperamos es que, después de este periodo tan duro que hemos atravesado, podamos cambiar un poco el chip y empezar a pensar a futuro, enfocando esa recuperación y fomentar las colaboraciones entre los diferentes agentes del sistema – empresas, inversores, instituciones académicas, etc. –, profundizando en esta tendencia de incremento entre alianzas y colaboraciones, como elementos de impulso fundamentales.
Intentaremos que Biospain 2021 sea un primer acercamiento hacia una cierta normalidad, e intentaremos generar oportunidades de netwroking para los que asistan presencialmente. Y trataremos temas de actualidad y de interés para el sector, como son la medicina personalizada, terapias avanzadas, lucha contra patógenos emergentes… y más temas en línea con los intereses de las empresas del sector.
Las Naciones Unidas promueven la Sostenibilidad mundial a través de sus 17 ODS. ¿Crees que como Sociedad estamos haciendo los deberes para proceder en esta orientación? ¿Cómo puede ayudar la Biotecnología en este ámbito?
Estamos en unas dinámicas de cambio muy intensas: la digitalización, la transición ecológica, etc. con los 17 ODS que, de alguna forma, son el paraguas de todo ello. Europa ha hecho un ejercicio de mirar hacia el futuro, pero ahora toca arbitrar los medios y alinear intereses para que todo el mundo reme en el mismo sentido, cosa que siempre es muy complicada porque en todos los procesos de cambio siempre hay ganadores y perdedores.
Como ya hemos comentado, lo que sí se ha puesto de relieve es que la Ciencia, la Tecnología y la Innovación son elementos fundamentales y esenciales tanto para el proceso de cambio a un modelo más sostenible, como para la propia supervivencia y el progreso económico y social.
La biotecnología está muy presente y retratada en 11 de los 17 objetivos, y en muchos de los documentos de prospectiva y de reflexión que ha generado la Unión Europea. Creemos que nuestro sector tiene mucho que aportar y con qué contribuir, para aprovechar esta oportunidad que se nos presenta como Sociedad: tenemos buena producción científica, somos una potencia a nivel global, tenemos una base emergente de empresas biotecnológicas… ¡Solo nos queda apostar firmemente por el futuro!